Ponchos Verdes FM

domingo, 21 de septiembre de 2025

DÍA DEL ARBOL: Conmemoración y memoria en medio de una crisis.





Cada 1 de octubre Bolivia celebra el Día Nacional del Árbol, establecido en el Decreto Supremo 4158 como una fecha destinada a despertar conciencia sobre la conservación de los árboles, recursos naturales invaluables para la humanidad.

Pero más que una celebración, hoy es también un llamado de alerta: cada año nuestro país pierde alrededor de 4 millones de hectáreas de bosques a causa de la deforestación. No se trata solo de un número, sino de un golpe directo a la vida. Los bosques bolivianos están siendo arrasados por la expansión agrícola y ganadera, prácticas muchas veces avaladas o toleradas por políticas estatales que favorecen desmontes a gran escala. A ello se suma la minería, que contamina ríos y suelos, dejando cicatrices que tardarán siglos en sanar.

Bolivia alberga 2.934 especies de árboles, de las cuales 249 son endémicas, es decir, únicas en el mundo. Cuando perdemos un bosque, no solo desaparecen árboles: desaparece un patrimonio biológico irremplazable, desaparecen culturas, desaparecen futuros.

Un ejemplo claro es el copaibo, un árbol al que muchos llaman “árbol milagroso”. Crece en los bosques secos de la Chiquitanía, en el norte paceño y en la Amazonía boliviana. Su aceite, extraído con cuidado por comunidades indígenas, ha sido utilizado durante siglos como medicina natural para tratar inflamaciones, enfermedades respiratorias, problemas de piel y hasta dolencias reumáticas. Hoy en día, también es transformado en cosméticos y remedios naturales que generan ingresos para mujeres organizadas en emprendimientos locales.



Pero el copaibo está en peligro. Aunque la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza lo clasifica aún en categoría de “Preocupación Menor”, estudios nacionales ya advierten que los ecosistemas donde crece se encuentran Vulnerables y En Peligro. Y no es casualidad: los incendios forestales y la deforestación avanzan sin freno sobre su hábitat.

Aquí se esconde una verdad preocupante: el aumento exponencial de los incendios forestales no solo destruye hectáreas de bosques, sino que también está eliminando especies enteras de árboles como el copaibo. A largo plazo, esto significa la pérdida de servicios ecosistémicos esenciales: el agua que bebemos, el oxígeno que respiramos, la regulación del clima y hasta la fertilidad de los suelos que alimentan nuestros cultivos. Significa también que muchas comunidades que dependen del bosque para su subsistencia, su salud y su economía se quedarán sin sustento. Y, quizás lo más doloroso, significa la pérdida de identidad cultural, porque con cada árbol que desaparece se rompen lazos históricos, saberes ancestrales y tradiciones que forman parte de lo que somos como pueblo.

Hoy, en este Día Nacional del Árbol, no podemos quedarnos solo en la conmemoración. Debemos mirar de frente la realidad: nuestros bosques se están consumiendo y con ellos se consume nuestro futuro.



La esperanza está en que las autoridades entrantes, que serán elegidas en octubre de 2025, asuman con seriedad la responsabilidad de hacer cumplir las leyes ambientales, frenar los desmontes ilegales y potenciar la protección de nuestros espacios naturales. Porque la riqueza de Bolivia no está solo en el gas ni en los minerales: está en sus bosques, en su biodiversidad y en la vida que de ellos depende.

En definitiva, no se trata solo de un árbol. Se trata de nuestra salud, de nuestra economía, de nuestra cultura y de nuestro futuro como país.

“Tierra–Territorio y Medio Ambiente: la gran cita sin presidenciables, ¿desinterés o falta de compromiso?”

En Bolivia, la defensa de la tierra, el territorio y el medio ambiente volvió a ponerse en el centro del debate. Más de 50 organizaciones indígenas, campesinas, juveniles y de la sociedad civil se reunieron en Santa Cruz en el Foro Nacional por la Tierra, Territorio y Medio Ambiente.
El lema: “Compromiso de todos en defensa de la vida”.


Representantes de pueblos indígenas, fundaciones, académicos, colectivos ambientales y plataformas ciudadanas debatieron propuestas para enfrentar la crisis ambiental.
Las cifras son duras: en 2024 Bolivia perdió más de 12 millones de hectáreas de bosque por incendios y deforestación. Y en la última década la pérdida supera las 50 millones de hectáreas.
Hoy, 58 territorios indígenas enfrentan minería ilegal, contaminación con mercurio, expansión petrolera y avasallamientos.

Miguel Vargas, del CEJIS, alertó: “Las propuestas de gobierno, en lugar de darnos alternativas frente a esta crisis, nos plantean profundizar el modelo extractivo. Por eso somos las organizaciones las que tenemos que tomar la iniciativa y construir la hoja de ruta que el país necesita”.




El foro concluyó con un manifiesto de 27 puntos, entregado a los candidatos presidenciales. Destacando los siguientes puntos: 

• Titulación colectiva de tierras indígenas pendientes.
• Auditoría al INRA y la ABT por irregularidades en la distribución de tierras.
• Prohibición de transgénicos y minería en territorios indígenas.
• Una nueva Ley de Aguas con gestión comunitaria.
• Estrategias para fortalecer la agroecología y sistemas de vida sostenibles.
El mensaje central fue categórico: “Nuestra Madre Tierra no está en venta”.


Luis Rojas, del Bloque de Organizaciones Campesinas e Indígenas del Norte Amazónico, nos recordó:
“Lo que hemos logrado en torno a la defensa de la tierra y el territorio fue gracias a la unidad y la movilización. Pero hoy enfrentamos incendios, deforestación y extractivismo que amenazan nuestra propia vida. Solo unidos podremos garantizar nuestros derechos y el futuro de nuestras comunidades”.

Rosa Pachuri, de la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia, destacó la presencia de mujeres y jóvenes:
“Para nosotros es importante haber llegado hasta aquí. Queremos definir cómo vemos nuestro territorio, nuestra casa. Porque lo que está en juego no es solo la tierra, sino la vida de nuestros hijos y nietos”.

Desde el altiplano, Eliseo Llave, dirigente de Nor Lípez, advirtió:
“Yo vengo desde el Salar de Uyuni. Debemos debatir sobre nuestros recursos naturales porque son patrimonio común de los pueblos. No podemos dejarlos en manos de quienes solo piensan en el negocio. El agua, la tierra y los minerales no son mercancía, son vida”.

Y desde Santa Cruz, Alejandra Crespo, de colectivos ambientales, lanzó una alerta:
“El extractivismo avanza con monocultivos, transgénicos y deforestación. Nos toca resistir desde las bases, reencontrarnos y plantear una agenda común, porque los años que vienen no serán fáciles: la crisis política y ambiental nos exige más unidad”.


Sin embargo, hubo un hecho que marcó el foro: ninguno de los candidatos a la presidencia ni a la vicepresidencia asistió, pese a estar formalmente invitados.
¿Es un desaire a los pueblos indígenas y a la sociedad civil? ¿O un mensaje claro de que la agenda ambiental no está en sus prioridades?
Solo un vocero del PDC se hizo presente para recibir el documento.


Y aquí surge la reflexión final:


👉 ¿Qué significa que quienes quieren gobernar Bolivia no escuchen estas demandas?
👉 ¿Puede haber democracia plena si se ignora la voz de quienes cuidan los bosques, el agua y la vida?
👉 ¿Es esta ausencia un aval a la falta de compromiso ambiental?
👉 ¿O simplemente una muestra de que el modelo extractivo sigue pesando más que la defensa de la naturaleza?

El mensaje de las comunidades fue contundente: “Estamos en pie de lucha, la defensa de la tierra la haremos en y desde los territorios”.
La pregunta queda abierta para usted, que nos escucha: ¿qué compromiso espera de los próximos gobernantes con la tierra y con la vida?

 


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